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CABALLERO KADOSH


Para empezar en el diccionario aparece la siguiente interpretación: Kadosh (hebreo). Se escribe también Kodesh. Consagrado, Santo. Alguna cosa puesta aparte para el culto del Templo. (Lugar santo o de santidad) Pero entre el significado etimológico de esta palabra y su significado subsiguiente en su aplicación a los Kadeshim (los sacerdotes puestos aparte para ciertos ritos del templo), hay un abismo. Las palabras Kadosh y Kadeshim figuran en Reyes más bien como un titulo ignominioso puesto que los Kadeshuth de la biblia eran idénticos, en sus oficios y deberes, a las jóvenes bailarinas de algunos templos de la india. Eran los Galli, los sacerdotes eunucos de los obscenos ritos de Venus Astarté que vivían “junto a la casa del Señor”. Es cosa bastante curiosa que los términos Kadosh y otros fueron apropiados y puestos en uso por varios grados de la Masonería.

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Para nosotros la estrella flamígera es la manifestación central de la luz, centro místico y emblema de la divinidad. Este símbolo corresponde al grado de compañero y esta asociado al numero cinco y al hermetismo. Sus cinco puntas forman la pentalfa de Pitágoras y constituyen los cinco puntos de perfección: fuerza, belleza, sabiduría, virtud y caridad. Es la Estrella Flamígera el astro místico de la razón que ilumina al Compañero y cuya luz inextinguible disipa las tinieblas de La ignorancia. La letra “G” en su centro, emblema del genio del hombre, a quien ella dirige en el camino de la sabiduría, aclara el espacio inmenso que tiene que recorrer todo Masón para la posesión de todas las verdades, a través de las obscuras sendas de la ignorancia, de la superstición y de las falsas ideas que dominan en el mundo profano. Ella es parte de Dios en si misma que todo lo conserva y que adivina donde nace el bien y donde viene el mal, personifica el ingenio del hombre guiado por la razón.

LA CALAVERA

Si después de todo la vida tiene su final, que podemos pensar mientras hacemos el recorrido masónico. Está claro que nuestro recorrido dentro de la orden es como un corsé que nos abre puertas de nuestra conciencia si hacemos lo que debemos hacer, naturalmente, y no nos limitamos solo a   asistir a las tenidas porque hay que asistir.