No amamos a la divinidad si rehusamos la
responsabilidad de dominio. Debemos comprender algo más por el mandamiento:
“sed fructíferos y multiplicaos”, que el simple aumento de la población humana
sobre la tierra. El mandamiento significa también que debemos multiplicar las
potencias de nuestras propias vidas internas. Debemos dejar el mundo con más
evidencias del dominio humano que aquel que encontramos cuando entramos en él. Debemos
colocar todas las fuerzas de esta tierra bajo la dirección inteligente del
hombre.
Para nosotros la estrella flamígera es la manifestación central de la luz, centro místico y emblema de la divinidad. Este símbolo corresponde al grado de compañero y esta asociado al numero cinco y al hermetismo. Sus cinco puntas forman la pentalfa de Pitágoras y constituyen los cinco puntos de perfección: fuerza, belleza, sabiduría, virtud y caridad. Es la Estrella Flamígera el astro místico de la razón que ilumina al Compañero y cuya luz inextinguible disipa las tinieblas de La ignorancia. La letra “G” en su centro, emblema del genio del hombre, a quien ella dirige en el camino de la sabiduría, aclara el espacio inmenso que tiene que recorrer todo Masón para la posesión de todas las verdades, a través de las obscuras sendas de la ignorancia, de la superstición y de las falsas ideas que dominan en el mundo profano. Ella es parte de Dios en si misma que todo lo conserva y que adivina donde nace el bien y donde viene el mal, personifica el ingenio del hombre guiado por la razón.